miércoles, 1 de agosto de 2012

La Pinta, La Niña y la Santa María…


Así como Colón llamó a sus barcos así pueden llamarse nuestras ahora lindas “embarca-ciones” nacionales: Karina, Ana Lucía y Laura.

- La Pinta: pobre “la pinta” de la ex Viceministra extorsionada por simplemente disfrutar de su sexualidad. No le quito su grado de ingenuidad (por no decir “babosa”) en no cuidar estas cosas que por algo son “privadas”. Como decía un anuncio de seguridad, el Tico peca de confiado.

- La niña: quién no recuerda a nuestra “niña” Ana Lucía Vega que por la misma “babosada” resultó despedida del canal que precisamente ayer salió al paso de la ex viceministra. Resulta que ahora si los señores de la sabana ven con ojos acusadores al gobierno por hacer algo que ellos también hicieron en el mismo tiempo y con la misma reacción de silencio.

- La Santa María: Nuestra Santa madre de sus hijos corruptos, nuestra devota romera, nuestra querida hija predilecta de la iglesia, resulta que en tiempo record destituyó a una colega cuyo pecado mayor fue simplemente querer “entrarle” al tal “pequis” como muchos hombres y mujeres tienen derecho de hacerlo.

Así como La Pinta, La Niña y La Santa María ayudaron a Colón a llegar a puerto seguro en América, nuestras Karina, Laura y Ana Lucía nos llevan por el camino de una secreto a voces: somos un pueblo de doble moral.

Ayer resulta que un pueblo indignado ya está elaborando marchas y fotos en Facebook con el mensaje “todas somos Karina” pero ninguna tuvo la misma iniciativa con Ana Lucía Vega, denotando que somos como siempre, unos “acomodados”.

Ambas mujeres (así como cualquier hombre) tienen derecho a vivir su sexualidad solos, con otros, con muchos, con hombres y mujeres a como les plazca. Al final cada uno hace de su vida un taxi y monta a quién le da la gana.

Lo injusto acá es la hipocresía nacional de ahora estar indignados por la funcionaria y en el pasado señalar con dedo acusador a la modelo y al futbolista si ambos casos fueron muy similares.

El tema de la presidenta ya es cansado, pero como dice Paté: “sorry” hay que mencionarlo. Qué pena ajena me da saber que mi presidenta (por la que admito, yo voté) simplemente no pega ni una, no hace por donde y no le veo futuro positivo a este país en su mandato.

Espero que montados en estas nuevas carabelas nos demos cuenta que no vamos para ningún lado como sociedad, que somos unos convenientes y arrimados a las causas que nos quedan cómodas, que nuestros líderes tampoco inspiran y que debemos ser nosotros los que cambiemos este rumbo.

Estas nuevas Pinta, Niña y Santa María hoy son solo “embarca-ciones” de Costa Rica, reflejos de arriba y abajo, síntomas obvios pero invisibles, espejos de nosotros mismos, pero sobre todo deberían ser alarmas bulliciosas para, como en otras ocasiones de nuestra historia, cambiar de pensamiento y empezar a construir de nuevo.