sábado, 30 de mayo de 2009

Una sonrisa con una lágrima en el ojo izquierdo

Él se levanta de su cama con una sonrisa que irónicamente se mezcla con la lágrima que sin saber por qué, su ojo izquierdo emana luego de poner “stop” en un control y acabar con la película que hace 3 horas no sabía que iba a encontrar en un video club, aún y cuando en su mente ha deseado verla desde que vio sus avances en un canal de cable.

La emoción del amor, lo fortuito y mil temas cotidianos planteados en el filme romántico lo hacen levantarse en boxers rayados (esos mismos que usa para dormir) y en pleno silencio de la noche intentar hacer una canción.

Su guitarra es marrón y esta semi protegida por un estuche negro que siempre permanece abierto por la necedad, o más bien creencia, de tener momentos de inspiración como el que acaba de tener y sentir que puede hacer alguna canción que se asemeje a las que con llanto incluido a veces canta en su camino al trabajo, de esas mismas que él escucha y vive con carne propia, de esas que a veces canta deseando haberlas escrito él.

Hay un cuaderno en la cabecera de su cama que es como su tesoro, ya que ahí escribe de manera empírica sus canciones, aquellos trozos de alma que guardan sentimientos, secretos y pedazos de corazón. No parece cuidarlo mucho porque está un poco destruido y siempre a la vista y disposición de cualquier desgracia, pero “¿cuál canción ha sido escrita en una computadora, en una hoja limpia o sin rayones?” piensa este trovador disfrazado de común.

Cuando termina de darse cuenta de que su intento de canción no fue más que eso: un intento, se fija en su cama y se ríe de ver el mismo edredón que hace años está tendido sobre su pequeño pero acogedor espacio. Sin querer le vienen a su mente miles de recuerdos de fiestas, llantos e historias ligadas a un solo edredón y eso lo hace sentirse bien porque sabe que solo él en todo el mundo está teniendo estos recuerdos por un pedazo de tela y esto, sin razón explicable, lo hace feliz por la vida que ha tenido.

La sensación de locura lo embarga mientras se lamenta de no escuchar más la lluvia que daba un toque de romanticismo a una noche en la que él sentía que debía dejar plasmado ese sentimiento que una película le dejó. Una noche no común porque esa película se deriva de un olvido, de un recibo no pagado, de un servicio de cable que no estará hasta el lunes, de una noche sin novia obligada, de un día cansado, de un escritor frustrado, de un momento, de una sonrisa y una lágrima en el ojo izquierdo.

Sin querer perderse algún detalle de todo esto que lo rodea, fotografía con su retina el cuarto que ha servido de morada y cómplice para muchas noches parecidas, pero se detiene en una “Coca Light” que está en una mesa y la carcajada silenciosa de sus ojos y esa mueca que arruga las patas de gallo refleja lo que acaba de pensar: “¿Cómo cambia uno con el tiempo?” y este sentimiento se refuerza cuando ve tirados en el piso unos tenis de correr; cuando siente en su antebrazo izquierdo el roce de una tela sintética y al voltear la cabeza no ve más que un buzo para hacer ejercicio; cuando detrás de una bolsa blanca y escondiéndose al lado de una botella de crema se ven los atuendos de un corredor que ahora quiere y sueña por ser.

Pensar en su ejercicio, en su película, en su guitarra y en su cama, provocan que su mente siga divagando por muchas situaciones que en una noche normal no pensaría. Lo primero que se detiene a meditar es en su sueño frustrado de ser músico y entonces viene el dilema del ser un trovador con tan pocas convicciones sociales, pero ese tema es muy largo y aburrido que no merece el pensamiento que acaba de tener y lo mata con un simple “delete” de su computadora mental. Este es ese momento aburrido que todo cuento tiene y por eso de nuevo se levanta para simplemente dejar de pensar en lo social y más que nada en el trovador que con tanto orgullo se dice ser.

Tratar de caminar en el cuarto es algo complicado y eso hace que él se lamente de no ser como sus padres de ordenado, de no ayudar y de no querer hacerlo. No existe alguna razón en su viaje por los pensamientos y recuerdos que lo hagan descubrir por qué es así, pero lo es y eso tiene que cambiar, pero en ese instante una pequeña vos diabólica le hace ver que no lo va a lograr y entonces sigue mirando el cuarto como si los tenis, las sandalias, las medias, los bultos, las bolsas y los audífonos tirados fueran parte de un paisaje personalizado que hicieron para él y su vida.

Sin querer y solo porque hoy se detuvo a hacerlo, se da cuenta que su cuarto no le gusta, se da cuenta que hay muchas cosas que son y no son parte de un cuarto como el que él deseara tener: La pared, los adornos, el desorden son cosas que no quiere ver más. Eso si, la guitarra, los bongos y el ejercicio si son inquilinos que quiere seguir viendo tirados para que los visitantes de su morada siempre se den una idea de cómo es el habitante de una cueva de recuerdos y memorias; de un habitante como si fuera el personaje principal de un cuento de fantasías y como si la gente pagara por ver como vivió él.

Las muecas de su cara son signos de locura, pero de esa locura natural que lo hace sentirse mucho más humano que todos por llorar y dejarse sonreír por una película que espera ver muchas veces más, especialmente con amigos, amigas y con él mismo… esa película que sin saber ya se convirtió en parte de esa lista eterna que tenemos todos cuando nos preguntan por una película “buena para ver”.

Luego de que un millón de ideas pasan por su cabeza se detiene en la más importante: la muerte, esa misma que tanto mal y bien le han hecho, pero esa misma que a veces evita invocar por miedo a que sea la de él mismo. Su miedo se fundamenta en el legado que deje como persona y por eso saber si le queda tiempo o no, siempre le da miedo, siempre lo perturba, siempre lo atormenta.

Un maldito bostezo lo hace querer dormir, lo hace flaquear. Un párpado a media hasta le impide seguir observando el cuarto que ahora sabe que no le gusta, unos dedos cansados y un poco entumecidos por la falta de conocimiento en mecanografía lo hacen parar acá y dejar de escribir de él en tercera persona como si no pudiera decir de mi…

Edson Brizuela Sibaja (23-03-2007)
Inspirado el día que vi "Stranger than Fiction".

domingo, 24 de mayo de 2009

Simplemente Liberia

No quiero pasarme de letras y detalles… así que le daré un toque de brevedad a los temas que escribiré para que esto de “hablar paja”, sea lo menos “paja”posible.


Así que aprovechando la final de fútbol, nada mas quiero dar unos leves puntos por lo que Liberia para mi es el mejor LUGAR DEL MUNDO!!!:


Mi primer beso fue en Liberia.


Mis cicatrices más grandes, me las hice en Liberia.


En Liberia me enamoré por primera vez y por primera vez lloré por una mujer.


Aprendí a nadar y a bailar en Liberia (y ojo… no bailo nada mal jajajaja).


No hay nada más rico que una Resbaladera, una Crema, un Arroz Guacho, Carne de “Tepezcuintle”, Carne de Garrobo y Chicha de Liberia.


Fue en mi ciudad blanca que la mayoría de las enfermedades me las curaron con “Manteca de Cusuco” (a que muchos no saben que es eso).


En Liberia hay dos fiestas al año: en enero las patronales y en julio las de la cámara de ganaderos así o más pachanga.


Perdí mi virginidad con una Liberiana.


Si han escuchado la canción: “cuando la luna se pone redondota, como una pelotota que alumbra el callejón” fijo es inspirada en un día sin luz en Liberia.


Los pleitos liberianos no incluyen cuchillos ni pistolas, son a ¡¡puro puño!!


Franklin Chang vive en Liberia. Jajajajaja.


Pero la razón principal es porque Mi Papá era Liberiano, trabajó en Liberia, nos llevó a vivir a Liberia, murió en Liberia y está enterrado en Liberia…


Así que por más que Costa Rica esté lleno de lugares hermosos… Liberia siempre será el mejor.


Edson Brizuela Sibaja


***Nela, gracias por le tema…

Una nueva etapa...



Hace rato que venía esquivando la idea de los "blog's" (si es que así se escribe el plural) y todo este "ni tan nuevo" medio para expresar ideas y comunicar mis anécdotas. En fin... arranco con poca expectativa, pero con muchas ganas.

Espero que se nos unan comentarios y que podamos "hablar paja un rato" sin pelos en la lengua.

Edson.